Las relaciones con la Administración tributaria requieren una alta dosis de conocimientos jurídicos sobre los derechos y las obligaciones de los contribuyentes. También es necesaria una amplia experiencia práctica en las relaciones con la Inspección y con el resto de los órganos de la Administración. Y finalmente es necesario que el fiscalista sea capaz de anticipar lo que sucederá en cada situación, para que las decisiones de sus clientes sean lo más favorables posible a sus intereses.
En este ámbito, la litigación tributaria es una de nuestras especialidades más reconocidas. A nivel profesional, somos conocidos por los éxitos que hemos tenido en nuestros recursos contra los actos de la Administración.